Académicos de la Real Academia de San Quirce celebraron el día 9 la sesión ordinaria correspondiente al mes de julio en el salón de plenos del Ayuntamiento de Chañe, edificio inaugurado en 1939 que proyectara el arquitecto Javier Cabello y Dodero, primer director de la Universidad Popular Segoviana. La Academia cumple así con el compromiso de organizar al menos una sesión al año, aprovechando el periodo estival, en un lugar de la provincia de Segovia, ámbito al que se extienden sus fines e intereses.

El destino elegido para la correspondiente visita cultural fueron los pueblos del Carracillo. El motivo, la conmemoración de los 600 años de existencia de la Comunidad de San Benito de Gallegos, integrada por los pueblos de Campo de Cuéllar, Arroyo de Cuéllar, Chañe, Chatún, Gomezserracín, Pinarejos, Narros de Cuéllar y San Martín y Mudrián. Esta Comunidad es heredera de la junta constituida en 1423, bajo el reinado de Juan II de Castilla, para la compra, en mancomún, de una heredad o finca situada en el término de un despoblado llamado Gallegos, 1.301 hectáreas de superficie que, desde entonces, permitieron a los pueblos asociados disponer de tierras y pinares.
Precisamente, la jornada de los académicos comenzó en Chatún, en cuyo Ayuntamiento pudieron ver el documento original de la escritura pública de compraventa y recibieron las pertinentes explicaciones del historiador José Ramón Criado. Después visitaron la ermita de San Benito de Gallegos, en el paraje del mismo nombre, construida en 1953.
El alcalde de Chañe, Dionisio García, recibió a la corporación académica en el Ayuntamiento de la localidad, en cuyo salón de plenos, dispuesto para la ocasión, celebró la sesión ordinaria mensual, presidida por su director, Pablo Zamarrón. Acto seguido, los académicos se desplazaron a Narros de Cuéllar, donde, guiados por Manuel Álvarez Polo, autor del libro El Carracillo. Torres y espadañas en ‘Campo de Pignares’, visitaron la ermita de San Marcos (siglos XII y XIII), de románico de ladrillo o mudéjar tan característico de la Tierra de Cuéllar. En ella admiraron el artesonado, el primero de los cuatro que pudieron ver durante el recorrido.
La iglesia de Campo de Cuéllar, bajo la advocación de san Juan Bautista, conserva el artesonado octogonal policromado correspondiente al templo original, profusamente reformado en el siglo XVI. Es una de las joyas del Carracillo. En su interior conserva una variada colección de piezas de plata, como la cruz parroquial, del siglo XVIII.
Álvarez Polo, pródigo en sus explicaciones, acompañó después a los miembros de la Academia a las iglesias de Chatún y Gomezserracín. La primera, dedicada a san Andrés, es un inmueble originariamente románico, aunque fue reformada en el Barroco. Templo de una sola nave, contiene un artesonado de factura mudéjar que cubre la nave y el coro. Los fieles veneran en su interior la imagen de san Benito. Por su parte, la iglesia de Gomezserracín, bajo la advocación de santa María Magdalena, es un edificio barroco de ladrillo, sobre el que destaca la espadaña, siempre con nidos de cigüeña. En el interior, sobre el presbiterio, hay un hermoso artesonado mudéjar con pinturas originales.
En Pinarejos concluyó la jornada. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción fue declarada Bien de Interés Cultural en 1995. Construida a finales del siglo XII o principios del XIII con fábrica de estilo románico-mudéjar, consta de una sola nave con cabecera rectangular rematada en ábside. El campanario es del siglo XIII, aunque ha experimentado numerosas modificaciones. Desde que fueron descubiertas en el año 2000, los visitantes pueden admirar las pinturas murales de época altomedieval, ubicadas en el atrio, en las que aparecen guerreros cristianos luchando contra los moros y una escena de tauromaquia, con un toro alanceado. En el interior, en el muro norte, emergió una representación de la Última Cena, probablemente del siglo XVI. El alcalde de Pinarejos, Heliodoro Ríos, acompañó la visita.
La Academia de San Quirce, con su director, Pablo Zamarrón, a la cabeza, agradece la hospitalidad y el cariño con que fueron recibidos los académicos en todos los pueblos que tan provechosamente visitaron. Fue una jornada para el recuerdo.