Lección inaugural: la efímera vida del semanario ‘Segovia’ (1923)

La lección inaugural del curso corrió a cargo del académico de número Carlos Álvaro, que habló del semanario independiente SEGOVIA, periódico publicado entre los meses de julio y septiembre de 1923, que suspendió su publicación tras el golpe de Estado de Primo de Rivera por considerar incompatible la actividad periodística con un régimen de dictadura. Dirigido por el joven periodista Ignacio Carral, el hebdomadario canalizó las preocupaciones y aspiraciones de la tertulia en la que participaban Antonio Machado, Blas J. Zambrano, Mariano Quintanilla o el propio Carral. De hecho, Álvaro identificó el semanario con la actividad del cenáculo de los llamados intelectuales ‘zurdos’ (por aquello de que cojeaban de la izquierda). «Periódico y tertulia se entrelazan y retroalimentan. El corazón de la tertulia late en cada número», dijo.

El periodista analizó la publicación, de la que solo se editaron doce números, acercándose a sus secciones, sus comentarios de actualidad, sus editoriales, sus firmas, sus versos… Precisamente, un poema de Antonio Machado, Los ojos, destaca en la portada del primer número de SEGOVIA. «El poeta había de incluir esta composición, sin modificaciones, en el libro Nuevas canciones, que publicaría en 1924 y que en ese momento tenía en preparación. Estamos, pues ante un rasgo de generosidad que demuestra la importancia que el lanzamiento del semanario tuvo para él. Es probable que Machado se sumara a la iniciativa con el mismo entusiamo que lo hizo en su día a la tertulia y a la Universidad Popular o lo hará, años después, al proyecto de la revista literaria Manantial».

«El semanario dirigido por Carral es símbolo de la prensa segoviana liberal y antecedente claro de aventuras periodísticas posteriores»

SEGOVIA, «brazo periodístico de la tertulia», como lo definió Álvaro, prestó especial atención a las cuestiones locales, igual que a la escuela y el magisterio, al incipiente movimiento obrero, a la cultura y a la conservación de los tesoros artísticos de la ciudad y la provincia: «La salvaguarda del patrimonio […] es uno de los asuntos preferidos del semanario […]. Y una de sus razones de ser», afirmó, y se refirió a la cerrada defensa que el periódico dirigido por Carral hizo de la iglesia de San Nicolás, de cuyo derribo se llegó a hablar. «Mientras parezca maniático y merezca sonrisas el creer que lo estético iguala en importancia a lo higiénico, lo administrativo o lo económico, entre las cuestiones municipales, nada se habrá evitado; y serán posibles blasfemias artísticas, como la de derribar la parroquia de San Nicolás», publicó el periódico.

Carlos Álvaro puso a SEGOVIA como ejemplo de periodismo modesto, «pero independiente, moderno, poco cultivado en una provincia acostumbrada a la prensa servil». El final del semanario, que volvió a publicarse brevemente en 1932, se produjo a raiz del golpe de Primo de Rivera: «Antes que callar bajo el lápiz del censor, preferimos poner voluntariamente silencio a nuestra pluma». Esta despedida «figura, con letras de oro, en la historia del periodismo local», subrayó el académico.