El pasado domingo 25 de febrero, la Fundación Antonio Machado de Colliure celebró su homenaje anual al gran poeta español fallecido en esa localidad francesa, tras verse obligado a salir al exilio en los momentos finales de la Guerra Civil. En esta ocasión, los actos han contado con la participación de Carlos Muñoz de Pablos, académico de mérito de la Real Academia de San Quirce, presentado por Joelle Santa-Gracia, presidenta de la fundación, quien destacó su faceta como conservador de la Casa-Museo de Antonio Machado de Segovia, «el único edificio de la vida cotidiana del poeta que se conserva en España».
Bajo el título Segovia, Machado y la Universidad Popular Segoviana, Muñoz de Pablos comenzó su intervención avisando a los asistentes que más que una conferencia el quería compartir unas reflexiones con los asistentes, algo con lo que, como artista matérico, se sentía más a gusto.
Pasó después a narrar el profundo impacto y la amargura que le habían producido los distintos lugares relacionados con la Retirada y el exilio que había visitado aprovechando el viaje a Colliure: «Todo ese drama no pertenece al pasado. La incomprensión, la intolerancia y el crimen están hoy presentes en la franja de Gaza: la maldad no para. En todo caso, el pasado es un aviso: la libertad y la democracia son muy frágiles».
Sobre su labor como conservador, afirmó que la Casa-Museo es «materia fungible, ceniza en vilo». Las casas de otros escritores contemporáneos de Machado son edificios burgueses, bien construidos, con muebles de calidad y, en general, dotados de materiales de buena calidad que facilitan su conservación. Pero Machado, siempre escaso de dinero, «eligió una pensión tan austera que estaba rayando la pobreza. Todo es tan endeble y difícil de conservar que a veces da miedo tocarlo. Todo lo vamos remediando de una manera artesanal y con mucho amor, sobre todo porque la Real Academia de San Quirce es tan pobre como el propio Machado».
Evocando los años que el poeta pasó en Segovia, dijo: «Quiero pensar que Machado fue feliz en Segovia: viviendo en ella recibió el título de académico de la Lengua, se adhirió a la asamblea republicana e izó la bandera de la República en el balcón del Ayuntamiento, y en ella conoció a Pilar de Valderrama, la musa de sus versos. Además, estaba cerca de Madrid, lo que le permitió mantener el contacto frecuente con su familia. También participó en la fundación de la Universidad Popular Segoviana, la actual Real Academia de Historia y Arte de San Quirce. La labor de la Universidad, en la que se reunió un grupo de profesores, fue impresionante. Su propósito fue el de hacer llegar el conocimiento a obreros y obreras que no podían acceder a él. Aquella labor de Machado junto a Mariano Quintanilla, a Blas Zambrano y demás profesores fue muy beneficiosa y trascendental para la historia de Segovia. Junto a los intelectuales, Machado también tuvo una estrecha relación con artistas relevantes como el ceramista Fernando Arranz, a cuyo taller en la antigua capilla de San Gregorio acudía Machado para participar en las tertulia que allí se celebraban, o el cuñado de este, Emiliano Barral, un escultor extraordinario, con quien el poeta trabó una profunda amistad y al que se debe su retrato en piedra rosa de Sepúlveda. Barral murió a principios de la Guerra Civil en la defensa de Madrid y su obra compartió espacio con el Guernica de Picasso en el Pabellón de la República de la Exposición Universal de París de 1937».
También reflexionó sobre la labor de la Academia y el difícil equilibrio en sus relaciones con las administraciones públicas. «No queremos que nos colonicen para evitar chantajes con las subvenciones. Aunque pobres, somos libres, y a pesar de que durante cuarenta años de dictadura se restringió el ámbito de actuación de la Academia, hemos retomado desde entonces el espíritu de la Universidad Popular. Yo tengo ochenta y cinco años, es decir, nací un año antes de que muriera Machado, y por ello me considero un eslabón de esa cadena que da continuidad a la labor de los fundadores. Nuestro fundamento es el culto a la cultura, con todo lo que esto conlleva. Por eso el aula de San Quirce, que ocupa una antigua iglesia desacralizada para la religión, es un espacio sagrado para la cultura».
Antes de terminar, aprovechó la ocasión para invitar a los miembros de la Fundación Machado a visitar tanto la Casa-Museo como el Aula de San Quirce, porque allí se entienden «muchas cosas de Machado».
Previamente a la intervención de Muñoz de Pablos, Verónica Sierra, profesora de la Universidad de Alcalá de Henares, recientemente nombrada académica correspondiente de San Quirce, presentó a los asistentes su trabajo como directora del archivo del buzón de la tumba de Antonio Machado que lleva décadas recibiendo muestras de cariño y reconocimiento.
Finalizadas las distintas intervenciones, autoridades y asistentes se trasladaron al cementerio de Colliure para realizar una ofrenda floral al poeta. Durante la misma, el director de la Real Academia de San Quirce, Pablo Zamarrón, interpretó a la dulzaina la Entradilla de Agapito Marazuela y Muñoz de Pablos depositó sobre la lápida una rama del laurel del patio de la Casa-Museo.