Ignacio Ezquerra Revilla ha dedicado la cuarta conferencia del ciclo Martes de San Quirce a la figura de Diego de Covarrubias, obispo de Segovia entre 1564 y 1577, bajo el reinado de Felipe II. Doctor en Historia Moderna por la Universidad Autónoma de Madrid, Ezquerra ahondó en la biografía de Covarrubias, nacido en Toledo en 1512 y fallecido en Madrid en 1577, aunque sus restos descansan en la Capillla del Cristo del Consuelo de la Catedral de Segovia.
Bajo el título De Trento a la diócesis de Segovia: Diego de Covarrubias en la política confesional de Felipe II, el historiador recordó la participación de Covarrubias en la tercera asamblea del Concilio de Trento, donde intervino activamente. Tras su regreso a España, fue nombrado obispo de Segovia (1564) y asumió la responsabilidad de implantar en la diócesis los planteamientos tridentinos. Durante sus últimos años de vida compatibilizó su labor en Segovia con la presidencia del Consejo de Castilla, principal órgano de gobierno del reino.

«Covarrubias tenía una espiritualidad mística, era una persona transigente, pero se vio obligado a lidiar con cuestiones que trataban de imponer al católico la conducta cotidiana que debía seguir y dar cauce, en su calidad de presidente del Consejo de Castilla, a informes y memorias emitidos por personas de la opción ideológica opuesta. Tuvo que vivir esa contradicción», dijo Ezquerra. No fueron fáciles las relaciones del obispo con el cabildo, marcadas por el conflicto y la disensión, todo lo contrario que con el concejo de la ciudad.
Ezquerra se refirió a dos acontecimientos que coincidieron con el episcopado segoviano de Diego de Covarrubias: la boda de Felipe II con Ana de Austria, que tuvo lugar en el Alcázar en noviembre de 1570, y la fundación del convento de carmelitas descalzas, por santa Teresa de Jesús, en 1574. En el enlace de los reyes, Covarrubias no ofició el casamiento, pero estuvo presente. Por su parte, la fundación del convento se produjo en un contexto de máxima tensión entre el obispo y el cabildo. «Cuando la madre Teresa llegó a Segovia con su gente, procedente de Pastrana, el obispo Covarrubias no se encontraba en la ciudad. Sí estaba su sobrino, Juan de Horozco Covarrubias, que se ofreció a las carmelitas para oficiarles la misa. Fundamental resultó la intervención de los Ximena, pero también la del propio Covarrubias».