Valerio Rocco: «Debemos asumir el fracaso como una parte consustancial de nuestra vida»

El Aula Andrés Laguna arrancó este lunes, 6 de mayo, con una extraordinaria conferencia de Valerio Rocco Lozano, profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, director del Círculo de Bellas Artes y miembro del Consejo Andrés Laguna de la Fundación Lilly, en torno al fracaso, su significado actual y la forma de afrontarlo. El título de la ponencia, Cómo fracasar mejor, basado en la célebre frase de Samuel Beckett, «fracasa otra vez, fracasa mejor», sirvió a Rocco Lozano para desgranar uno de los grandes temores del hombre moderno, el fracaso, concepto acuñado en el siglo XVI a raíz de las grandes transformaciones en la construcción del mundo.

El profesor Rocco, durante su disertación / ENRIQUE DEL BARRIO

Rocco Lozano atribuyó el interés que suscita el fracaso al ‘exitocentrismo’ dominante. «Si hay algo que define nuestra época, en todas sus dimensiones, es la búsqueda del éxito. Esto no siempre ha sido así. Aristóteles, Cicerón, San Agustín o Santo Tomás, por citar cuatro ejemplos, no tenían como objetivo triunfar en la vida, destacar. No era el éxito lo que perseguían, sino la vida buena, la felicidad. Y felicidad y éxito no son sinónimos. Hoy nos empeñamos en hacer ránkings de todo. Segovia ha sido elegida ciudad más feliz de 2023… ¿Y qué significa esto para quien se le murió un ser querido en Segovia en 2023? ¿Cómo se cuantifica eso? Para esos filósofos que he citado, la felicidad es el equilibrio entre dos extremos, uno por exceso y otro por defecto. Para Aristóteles, la felicidad no es poseer todos los bienes posibles, sino lo que se necesita, ni más ni menos. Esa es la felicidad». El exceso de cuantificación es uno de los factores que predisponen al fracaso.

Otro momento de la conferencia / ENRIQUE DEL BARRIO

Otra de las características del exitocentrismo moderno, según el profesor Rocco Lozano, es la dependencia del reconocimiento por parte de una opinión pública cada vez mayor, hasta el punto de que somos incapaces de emitir un juicio autónomo sobre nosotros mismos sin buscar la validación de nuestro entorno, «un entorno cada vez más complejo, más anónimo, virtual, hostil, violento y envidioso y, por lo tanto, más insatisfactorio».

El filósofo se dirige al público / ENRIQUE DEL BARRIO

«Asumir el fracaso, fracasar mejor, es asumir el fracaso como una parte consustancial de nuestras vidas», dijo el conferenciante, que señaló las dos maneras dominantes de enfrentarse al fracaso, ambas equivocadas: la ocultación del fracaso, relacionada con un mundo católico y mediterráneo, y la ostentación impúdica del fracaso, muy extendida en el mundo anglosajón y la clase empresarial. «La primera oculta el fracaso propio y tiende a juzgar con mayor dureza el ajeno. La segunda recomienda no avergonzarse de los propios fracasos, e incluso presumir de ellos, porque todo fracaso es una gran lección de aprendizaje. Esto lo dicen muchos gurús, muchos coaches y sirve de guía a los ceos de las grandes empresas. Pero es una manera de banalizar el fracaso, de olvidar que no todo el mundo parte de las mismas condiciones, que no todos podemos permitirnos fracasar una y otra vez».

Con normalidad

Frente a esta exaltación impúdica del fracaso, que hoy en día genera tanta admiración, Valerio Rocco Lozano propuso admitir, con normalidad y sencillez, que el fracaso es consustancial a la vida y ha de ser socializado, compartido. «Dejar de vivirlo en soledad o de glorificarlo permite construir comunidades sólidas basadas en la experiencia común de que todos somos débiles. Y esto es algo que el hombre moderno no es capaz de hacer debido a un individualismo desmedido que, junto a la cuantificación del mundo, es la peor herencia de la modernidad».

Valerio Rocco, junto a académicos de San Quirce y miembros de la Fundación Lilly

El profesor cerró su brillante disertación aludiendo a la pandemia como ejemplo de fracaso antropológico. «Hasta 2019 vivíamos instalados en un absoluto e injustificado optimismo tecnocientífico, en un progreso ilimitado e incesante de la especie humana capaz de atajar el mal y la imprevisibilidad del mundo, de dominar la naturaleza. Pero estábamos completamente desprevenidos para enfrentarnos a una cosa así. Nuestro mayor fracaso fue habernos olvidado de que podemos fracasar, de que somos consustancialmente vulnerables, y creernos infalibles. Habíamos eliminado el fracaso de la esfera conceptual de nuestras vidas». Y concluyó: «Volver a poner el fracaso en el centro del individuo, de los grupos, de las instituciones, no nos hará más cenizos, más pesimistas, sino más fuertes, y tendremos más capacidad para salir de las crisis».

El director de la Real Academia de San Quirce, Pablo Zamarrón, y el director de la Fundación Lilly, José Antonio Sacristán, presentaron al conferenciante y la programación del Aula Andrés Laguna, fruto de la colaboración entre ambas entidades.