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Como zona de paso que es, este distribuidor de nuevo nos devuelve testimonios del pasado biográfico del poeta. Los más próximos al ingreso en el habitáculo pertenecen a la estancia de Machado en Baeza (Jaén), entre 1912 y 1919. Hay una fotografía del claustro de profesores del “Instituto rural” donde ejerció su cátedra de Francés en la que no es difícil identificarlo; también se expone el acta de su toma de posesión (con un sueldo anual de 3.000 pesetas); y varias fotografías más de la fachada del Instituto y de su patio renacentista; de la fachada de la casa de la calle de la Cárcel, en la que residió en su temporada andaluza; y de la fachada del antiguo Casino de Artesanos, en el que tuvo lugar una velada artística en la que intervinieron Lorca y Machado a finales de abril o principios de mayo de 1917.
En el distribuidor los testimonios más alejados evocan momentos de la vida soriana de Antonio Machado (1907-1912), especialmente su boda con la joven Leonor Izquierdo.
Frente a los documentos sorianos, a la izquierda de la puerta de entrada a la Biblioteca machadiana, se muestra una reproducción de la última carta escrita por Antonio Machado a su amigo poeta José Bergamín, tan solo 13 días antes de su muerte.
Y en el lado derecho de la misma puerta hay un colorido óleo del pintor Lope Tablada de Diego, con el título de “Calle de los Desamparados” (1947), en cuya cartela Peñalosa anota un fragmento de una carta de Machado a su “diosa” Guiomar.
En el ángulo opuesto del óleo de Lope Tablada, aparece un retrato de Machado, pintado en 1952 por Jesús Unturbe. No es un retrato directo del natural, sino inspirado (aunque no esté tocado con su sombrero) en la fotografía que Alfonso Sánchez tomara al poeta en el Café de las Salesas. En el rostro del poeta se percibe la acostumbrada gravedad machadiana, no exenta de un atisbo de ironía.