El Aula de San Quirce se llenó de un público expectante por escuchar a Alicia Vallina Vallina, doctora en Historia del Arte y Estudios del Mundo Antiguo, además de licenciada en Ciencias de la Información, en el marco del XLVI Curso de Historia de Segovia, dedicado a Enrique IV. Bajo el título Palabra y poder: la literatura en la Corte de Enrique IV de Castilla, Vallina exploró la relevancia de la literatura como instrumento de poder, crítica y transformación cultural en un periodo de transición entre el Medievo y el Renacimiento.
La ponente comenzó su intervención remontándose a la corte de Juan II, el padre de Enrique, un monarca amante de las artes y la literatura. Según Vallina, este reinado marcó un punto de inflexión en el que poetas y escritores como el Marqués de Santillana, Juan de Mena o Jorge Manrique encontraron un entorno propicio para desarrollar su obra. «La literatura no solo ensalzaba a los reyes; también servía para criticarlos», dijo. Cancioneros, sátiras y danzas de la muerte fueron algunos de los géneros utilizados como un medio de comunicación potente en las cortes altomedievales.

El tránsito entre la Edad Media y el Renacimiento, coincidente con el reinado de Enrique IV, quedó reflejado en la literatura de la época, que combinaba tradiciones medievales, como la poesía juglaresca de corte amatorio, con nuevas corrientes humanistas inspiradas en grandes nombres del Renacimiento italiano, como Dante, Boccaccio o Petrarca. «Es una época en la que conviven la visión teocéntrica del Medievo y la antropocéntrica que empieza a defender el Renacimiento», señaló la experta. Esta dualidad enriqueció la producción literaria.
Enrique IV heredó de su padre esa sensibilidad hacia el arte y la literatura, lo que no estaba bien visto en una sociedad eminentemente guerrera que siempre esperaba de un monarca varón un rey de carácter beligerante y autoritario. «De ahí las acusaciones de de homosexualidad», apuntó Vallina. Esta percepción negativa, sumada a la consolidación de núcleos de poder entre la nobleza, debilitó su reinado, pero no su legado cultural.